María nos presenta en Sala Aires una muestra cargada de excelsa emotividad. Colores inusuales pero apropiados a la percepción natural de la realidad plasmada.
Toda esta amalgama cromática constituye un camino que se materializa en múltiples escenarios fabulescos que nos guiarán por la senda entre lo real y lo imaginado. Cada obra conforma un paraíso imaginario donde, a través de la reflexión, llegamos a encontrar el verdadero significado de las cosas importantes de la vida.
La autora portuguesa, a través de sus “silencios” desnuda su alma frente al espectador, entre proclamas de renaceres y auroras celestiales; entre sueños y danzas de la vida que imploran a un creador su misericordia frente al sufrimiento humano excitado por la indiferencia e ignorancia social.
A través de abigarradas pinceladas y texturas, María da Glória nos presenta distintos escenarios de la naturaleza con profunda inclinación hacia una pintura romántica, paisajística y de gran expresividad. Escenarios que nos invitan a reflexionar sobre temas que para ella son fundamentales en el ejercicio personal de conocernos a nosotros mismos. Su obra es una forma de espiritualidad penitente materializada en mensajes de búsqueda, aprendizaje y esperanza.
Todas estas sensaciones son fácilmente perceptibles por el espectador, que desde su propia óptica será capaz sin esfuerzo de generar y ordenar los sentimientos encontrados y las percepciones de un mundo cargado de radiante y vital energía.
En definitiva, la artista portuguesa nos invita a hurgar en las yagas ya cicatrizadas que evidenciaron la angustia de su pasado, para que una vez vencida esta inquietud, viajar a M a r i a d a G l ó r i a
través del túnel de la vida, impregnándonos a su paso de ese halo reflexivo de enjuiciamiento crítico que el espectador percibe, constituyendo esto una parte de ese todo que compone la obra. []
Daniel Arenas Rodríguez
Crítico de Arte
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